La organización del evento de longboard mas importante de Europa, el Salinas Longboard Festival, ha presentado el cartel de la edición del 2010, que tendrá lugar los próximos 5, 6, 7 y 8 de agosto en la playa de Salinas (Asturias). El autor de la obra es Gómez Bueno, un artista consagrado a nivel internacional, lo que supone que aparezca en la revista más importante del panorama surfero internacional, la Surfer Magazine, y que se presente en una exposición en Tokio en febrero, todo un espaldarazo a un festival que atrae a 400 competidores y más de 10.000 personas.
El trabajo de Gómez Bueno (Torrelavega, 1964) se puede inscribir en la línea de la vertiente más compleja e irónica, con mayores implicaciones sociales, heredera del arte pop. Son obras construidas como juegos a la vez inocentes y perversos, sin una distancia crítica manifiesta, radicales y festivos, ambiguos y demoledores, de planteamientos complejos y transgresores. Si convenimos que, en última instancia, lo que define socialmente al arte es su cotización, podemos decir que Gómez Bueno ha afrontado directamente el problema cuando ha optado por trabajar en la frontera que une y separa arte y mercado, en obras dedicadas a los mecanismos publicitarios de promoción, al exhibicionismo más descarado y mitómano. Con un humor y una ironía radicales, se mueve en la estrecha línea que separa una aparente veneración de la sociedad de consumo, inconsciente y hedonista, y una postura crítica ácida, sin concesiones. Su firma es un logotipo delineado son su nombre sobre el esquema de la calavera pirata. Gómez Bueno actúa como un francotirador en un espacio de libertad, que se arrogara la capacidad para la apropiación de cualquier icono, dedicado a indagar en los límites de la estructuración social y en las posibilidades de su transgresión, en los límites de la alienación producida por los media, la religión, el cine, la publicidad.
La forma de construir técnicamente la obra, coherentemente relacionada con esta curiosa postura liminar, está próxima al acabado industrial de los grandes carteles murales de exterior que anuncian las novedades cinematográficas, pero también al trabajo más tradicional de óleo sobre lienzo, con exquisitos fundidos y delineados perfectos. En medio de un color plano, podemos ver las marcas intencionadas que han dejado los grandes pinceles de extremo cuadrado. Más que trazos de autor, son marcas que señalan la ambigí¼edad de un virtuosismo imposible, inútilmente deseable.
En «La puerta de Dokodemo» (2003) Gómez Bueno da un curioso giro a la trayectoria de su obra, por medio de la apertura a un contraplano interior. Es un gran lienzo compuesto por cinco figuras repetidas, de verdes y morados sobrios, realizado con pinceladas magistrales. Han desaparecido los letreros de imposición comunicativa asertiva, dejando la imagen desnuda con su ambigí¼edad manifiesta. Frente a otras obras, si no más explícitas, con un mayor contenido narrativo, como todas aquellas en las que el autor toma diversas personalidades narcisistas, de estrella, líder religioso, candidato a presidente, promotor de surf, o director de películas, el conjunto de obras que giran alrededor de «La puerta de Dokodemo», en cambio, es mucho más introspectivo, íntimo. Un ser clónico, solitario, repetido en espejos anamórficos, expresa una perplejidad profunda, la indecisión, la incertidumbre, la confusión que le produce asomarse a la puerta que se abre a la reproducción sin límite de un mundo informatizado, al juego que le permite entrar en un universo de espejos deformados, de sentimientos y reacciones medidos, multiplicados y, a pesar de su variabilidad, previsibles. Es una obra que se mantiene al mismo alto nivel de ambigí¼edad, en trabajos anteriores sustentado sobre complejas relaciones de contenidos festivamente irónicos, ahora planteado desde la propia polisemia de la imagen que transmite su perplejidad al espectador, necesariamente activo, implicado.
Fuentes: CostaSurf, Surfermag y GomezBueno
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.